TECHO EN NÚMEROS


      Recientemente miles de jóvenes salieron a las calles en todo el país por la colecta anual de TECHO, una organización sin fines de lucro que proclama como misión la de superar la pobreza y tener una sociedad más justa y equitativa. Para quienes no conocen mucho sobre esta organización, vamos a hablar un poco más pero desde la manera que mejor me va: a través de sus números.

Una idea original nació en 1997 en Chile cuando un par de jóvenes con el apoyo de un sacerdote jesuita decidieron empezar a construir viviendas prefabricadas que atendieran temporalmente la emergencia habitacional que cientos de familias padecían en los asentamientos de su país. Esta idea tan solidaria muy pronto atravesó sus fronteras, y luego de 17 años de arduo trabajo hoy TECHO se enorgullece de estar presente en 19 países de Latinoamérica y el Caribe. El mayor capital de esta organización son los miles de voluntarios que prestan su tiempo para trabajar en conjunto en llevar a cabo su misión. A la fecha la organización registra un total de 530.000 voluntarios que han contribuido a la causa en toda América latina, ayudando a alrededor de 89.500 familias.

 En Argentina la organización se fundó en el 2003. Por estos 11 años llegó a levantar más de 6.000 viviendas de emergencia en más de 160 asentamientos argentinos. Hoy se encuentra trabajando en 9 provincias y cuenta con un equipo  de 1.700 voluntarios permanentes.  
  
¿Cuánto cuesta una vivienda de emergencia?

En 2012, para construir una vivienda de emergencia en nuestro país TECHO necesitaba un total de $9.800. El mayor costo lo representaban los paneles, las tiranterías y las chapas. Construir una casa con ese dinero nos sonaría practicamente imposible, pero debemos considerar que no se paga por la mano de obra y las viviendas son precarias, construidas totalmente con madera.

Egresos  vs  Ingresos:

TECHO Argentina ha crecido bastante los últimos años y varias empresas y particulares se han sumado respaldando financieramente la iniciativa. La organización en concordancia con este crecimiento ha sabido mostrar absoluta transparencia en sus cuentas, publicando todos los datos en su página oficial. Así pude saber que en los últimos 2 años registró egresos anuales de más de $20 millones, una cifra importante que refleja el tamaño de esta organización. Del total de egresos el 82% fueron destinados exclusivamente a la construcción de viviendas de emergencias e implementación de planes de habilitación social. Más del 50% ($12 millones aproximadamente) de los ingresos provino del sector empresarial, y el resto correspondieron a donaciones anónimas, colectas, afiliados, etc.
  
¿Qué tan grave es la problemática habitacional en nuestro país?

En un relevamiento llevado a cabo por la misma ONG en el 2013 en las ciudades que concentran más del 60% de la población (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Posadas, Salta) se detectaron 1.834 asentamientos informales que alojan aproximadamente 532.800 familias. Estamos diciendo entonces que TECHO, con el enorme esfuerzo que pone al llevar a cabo sus campañas, ha llegado a atender menos del 1% de las familias necesitadas de una vivienda digna. Lo que queda pendiente es monstruoso, muy por fuera de las posibilidades de esta organización. No por ello TECHO se rinde, con el tiempo ha sabido incluir en sus tareas la de “incidencia en la política”, que consiste en la denuncia pública de la exclusión y vulneración de derechos dentro de los asentamientos; la generación y difusión de información relevante sobre estos, para que sus problemas sean reconocidos por la sociedad y prioritarios en la agenda pública; y la vinculación de los pobladores de asentamientos organizados con instituciones de gobierno. 

Es claro que la problemática habitacional no es algo que pueda o deba erradicar una organización sola, sino por el contrario es el Gobierno Nacional el único capaz y con el deber constitucional de garantizar una vivienda digna para todos los que habitamos este país. Está en nosotros exigir y luchar por su cumplimiento, no podemos portarnos ajenos a una realidad tan dura que empuja a cientos de miles de familias a la marginalidad, a la pobreza extrema y a la ausencia total de oportunidades. Siempre podemos ayudar desde nuestro lugar, ya sea como voluntarios, como donantes, como difusores, o como pequeños generadores de cambios.



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