MONSANTO: EL PEOR NEGOCIO DEL MUNDO

    Monsanto puede ser el hijo mejor aprendido del capitalismo. Un negocio que nació produciendo aditivos artificiales, para luego incursionar en el rubro de químicos industriales, llegando a nuestros días siendo el lider mundial de pesticidas y un pionero en la producción de semillas transgénicas.
 Con más de 100 años de vida, Monsanto ha sabido sobrevivir a muchos vaivenes económicos, cambios políticos y guerras, sacando provecho de todo, alimentándose y creciendo hasta volverse una potencia que hoy produce ganancias anuales superiores a los 7 mil millones de dólares. Por su pasado oscuro, esta longeva compañía ha conseguido ganarse la peor fama en el mundo entero, y aún así sobrevive concentrando en la actualidad el 90% de las ventas de semillas transgénicas en el mundo y mas del 25% de las ventas de semillas en general.
En un legajo de extensos y perversos sucesos (muestras de las debilidades y bajezas del sistema económico actual) podemos resumir algunos hitos y prácticas malhechoras que justificaron parte de su éxito y permanencia de tantos años:

  • Produjo  y comercializó el Agente Naranja, usado durante la guerra de Vietnam y responsable de la muerte y el desarrollo de cáncer en miles de civiles inocentes. El agente naranja está hoy prohibido.
  • Produjo y comercializó el DDT y los PCB o askareles, químicos causantes de graves daños a la salud humana y al ambiente. Ambos están prohibidos.
  • Fue condenada a pagar 1.5 millones de dólares por sobornar a las autoridades de Indonesia para introducir algodón transgénico en ese país.
  • Fue condenada en Francia en 2006 por publicidad engañosa sobre las falsas propiedades ecológicas del herbicida Round Up.
  • Fue condenada en EUA en 2010 a pagar 2.5 millones de dólares por más de 1700 violaciones a normas de bioseguridad.

Los productos estrellas que hoy justifican la mayoría de los ingresos de Monsanto son las semillas transgénicas y el fertilizante complementario Round Up. El uso del 85% de estas semillas se concentran en sólo tres países: Estados Unidos, Argentina y Canadá. Hasta el momento sólo se cultivan comercialmente cuatro productos: algodón, maiz, soja y canola, y a través de los mismos Monsanto se convirtió en uno de los precursores de la venta de productos alterados genéticamente, acarriando con ello una enorme polémica mundial.

¿Que hay de malo con producir semillas transgénicas? En qué perjudicaría ? Por qué el negocio de Monsanto es el peor y más peligroso negocio que existe hoy en el mundo?. Aquí van algunas de las razones más importantes:
  1. Monopolización del mercado de alimentos:
Acualmente las semillas convencionales no pertenecen a nadie, son creaciones de la naturaleza y todos los seres humanos pueden tener acceso y uso de las mismas. Con su alteración genética se configuran nuevas reglas, perdiendo el libre uso de los nuevos alimentos, supeditándose a los permisos que concedan los laboratorios que ostentan las patentes. Con el transcurso de los años las semillas transgénicas de propiedad privada, han comenzado a ganar cancha en el mercado mundial, desplazando ligeramente a su rival natural. Mucha publicidad engañosa corrió bajo el puente, promesas de mayor productividad, menores riesgos de pérdida, que le permitió asentarse como una potencia agroindustrial. El aspecto más sensible de toda esta situación es la enorme probabilidad que, en claro uso de su supremacía y poder económico, Monsanto consiga la monopolización del mercado de semillas, con los gravísimos riesgos que implicarían tomar control del mercado de alimentos y de los biocombustibles.
 Imaginar que un recurso vital para la humanidad quede bajo pocas manos, resulta al menos escalofriante, pues si imaginamos que tal hecho se perpetre,  Monsanto gozaría cómodamente del manejo del precio, los niveles de producción y comercialización siendo responsable directo de los  niveles de pobreza y desnutrición mundial. 
Para muestra de lo dicho, puede observarse los aumentos de precios que han tenido lugar durante los últimos años en el contexto de una crisis alimentaria mundial marcado por la rápida inflación de los alimentos, lo que ha agravado la pobreza extrema y el hambre, y el aumento de las tensiones sociales. El Banco Mundial atribuye el 75% de esta inflación mundial de los precios de alimentos de "biocombustibles", y Monsanto ha estado en el corazón del lobby "biocombustibles", especialmente el vestíbulo para el etanol de maíz. Monsanto ha sido acusada de tanto contribuir y beneficiarse de la crisis alimentaria, a la vez de usarla como una plataforma de relaciones públicas para promover los cultivos transgénicos como la solución a la crisis. Muy por el contrario, un importante informe patrocinado / Banco Mundial de la ONU elaborado por 400 científicos y respaldado por 58 países concluyó que los cultivos transgénicos tienen poco que ofrecer a los desafíos de la pobreza, el hambre y el cambio climático.


      2.  La pérdida de la independencia del productor:  

Los productores de maiz, soja, etc, pierden poco a poco su independencia al ser coercionados por la empresa a adquirir sus semillas, a ser perseguidos con denuncias judiciales con el objetivo que paguen por campos que fueron contaminados por semillas transgenicas esparcidas por el viento. El tradicional derecho que tenía antes el productor de conservar sus semillas luego de una cosecha se pierde, al verse obligado a pagar un permiso por parte de Monsanto por reutilizar las semillas que por ley le pertenecen. Una vez que se ha contaminado el campo, o se ha decidido cultivar estas semillas, dificilmente se puede abandonar, generando una desventajosa dependencia a la corporación. Socava aún más los derechos de los agricultores a guardar e intercambiar semillas. Monsanto dedica un presupuesto anual de 10 millones de dólares para acosar, intimidar, demandando - y en algunos casos a la bancarrota - a los agricultores sobre el presunto uso indebido de sus semillas patentadas. Pocos llegan a tener el dinero o el tiempo para enfrentar a semejante corporación, y los juicios van representando gran número de ingresos a la mole.

        3.  Mayores costos para quienes deciden no cultivar transgénicos:

Ultimamente en Europa ha comenzado a prohibir el ingreso de productos transgénicos, en consonancia con la lluvia de investigaciones que exponen los graves riesgos a la salud humana. En ese sentido muchos productores han debido correr con elevados costos para evitar que su cosecha se vea contaminada, como así también pagar estudios de laboratorio y análisis que actúen de garantía para sus productos libres de transgénicos.

        4. Menor productividad en los campos:


La Evaluación Internacional del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD) elaboró un informe a través del cual demostró que los rendimientos de los cultivos transgénicos eran "muy variable" y en algunos casos, "los rendimientos disminuyeron.", concluyendo que las semillas transgénicas no tienen nada que ofrecer a los objetivos de reducir el hambre y la pobreza, mejorar la nutrición, la salud y los medios de vida rurales, y facilitar la sostenibilidad social y ambiental

Recientemente Monsanto admitió que la soya de Roundup Ready produce menos. La admisión tácita ha llegado en forma de mercadotecnia para Roundup Ready 2, un nuevo tipo de planta resistente a glifosato. Monsanto alegó que fue introducido en un área de cultivo delimitada en los EUA en el 2009, y que tiene una cosecha entre 7 y11 por ciento “mayor” que su predecesor (Monsanto, 2009). Pero Roundup Ready 2 no produce más que la soya convencional; sólo produce más que su predecesor transgénico. Después de todo, los genes de Roundup Ready confieren resistencia herbicida química y no rasgos de productividad.


Las razones expuestas se suman a las inumerables consecuencias negativas que trae aparejado el consumo de productos transgénicos infestados de pesticidas. Decenas de informes dan fe de las gravosas consecuencias de consumir transgénicos contaminados con pesticidas. Dado por sentado las consecuencias sobre la salud,  y considerando los perjuicios económicos aquí expuestos, no quedan dudas que el negocio de Monsanto sólo conviene a Monsanto.
Como si se tratase de una pesadilla apocalíptica sacada de algún libro de ficción, este tipo de mega compañias son las que haciendo lobby por medio de su superioridad económica, corrompen gobiernos, avasallan leyes y perpetran prácticas anti-éticas en pos del beneficio económico. ¿ Que queda por hacer ? Cómo ciudadanos activos tenemos el poder suficiente para derribar a Goliat. El mundo nos exige cada día más consumidores conscientes, mas ciudadanos comprometidos y mas luchadores de sus derechos. En tanto tengamos los ojos bien abiertos y los principios firmes, podemos hacer desde nuestro lugar una gran diferencia.




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