LA INFORMACIÓN MUERE

       Qué irónico que aquellos que definen a nuestros tiempos como la era de la información, estén conceptualizando en realidad lo que en lo fáctico es todo lo contrario. Mientras que el mundo comparte, abre, expande, ofrece y entrega toneladas y toneladas de páginas que responden hasta la incógnita más minúscula, poco se la aprovecha, poco se la lee en su sentido crítico y consciente.
Es que la era de la información vino como una gigantesca ola y chocó con violencia contra las murallas de una sociedad habituadas a leer muy poco y a hablar mucho.
No acostumbrados a tanto consumo y sin herramientas para una adecuada selección de lo útil y de lo inútil, terminan presos de títulos sensacionalistas, de portadas que imploran atención, ya sea con la provocación emocional, o con alguna mentira seductora. Aquellos desprevenidos que navegan en un océano asediado por tiburones, tragan la carnada, acceden a sacar conclusiones y dejan que los ácidos gástricos de esas bestias que devoran mentes, los terminen digiriendo, y "dirigiendo" a los fines básicos de su subsistencia. Personas que debieran aprovechar las bondades de un mundo libre de barreras informativas, con variados medios para acceder, acaban capturadas por la manipulación,  la imposición de ideas y por el toqueteo de los hechos para beneficio de los poderosos.
De qué sirve una era de la información, cuando terminamos atrapados por una visión sesgada, sin que ello nos importe? ¿ Alcanza tan sólo una "era de la información"? o debería ser una era de información libre? objetiva? sin tintes? no manipulada?
Mientras tanto, otros se entretienen con la información banal compartida, reproducida, regurgitada y vomitada cientos de veces  por las redes sociales. Las trivialidades consumen el tiempo de quien persigue un escape a su estúpida e inútil existencia. Trivialidades que son compartidas por quienes buscan con desesperación la atención de todos, ser alguien, ser visto, no ser ignorado, no ser olvidado. Frases profundas de pensadores que las hacen propias para aparentar inteligencia o sagacidad. Fragmentos motivadores para mentes agotadas y desganadas. Un circo montado de vidas exitosas no vividas.
La lucha y la resistencia contra el manoseo informativo o la vanalización de la información nos cruza a todos por igual. La información está allí, disponible, en un rincón, sin pretenciones, entregada para ser leída, para multiplicarse en las mentes. Pero no vendrá a nosotros, ni recibirá la mejor de las propagandas. Solo la encontraremos marginada, escondida, como una pequeña vela encendida con timidez en una habitación de espeluznante oscuridad. Y cuanto más ignorada sea esa modesta luz, más alejados terminaremos de una verdadera era de la información, una era que permita pluralidad, que permita realidades paralelas, todas equivalentemente válidas.
La información muere cuando es ignorada, cuando nadie la busca, cuando nadie la aprovecha. La información muere cada instante que se la cita pero no se la entiende, o no se la lee. La información muere, de a poco, agonizando. Hasta que un día, quizás sin darnos cuenta, quizás sin percatarnos, termina muriéndose de manera definitiva, volviendo sola a las manos de aquellos poderosos que antes se preocupaban por ocultarla.


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